martes, 1 de noviembre de 2011

Julia


Julia, dulce jovencita, enamorada y decidida a ello. Temblorosa pero decidida, parada, en frente de la casa, de su casa, de casa de él… Mira hacia los dos lados, se toca el pelo histéricamente, suspira resignada, adelanta hacia la puerta, llama…




Abre la puerta una mujer de mediana edad, bella, madura, segura…




-¿Está él?- Pregunta nerviosa, se queda mirando a la mujer fijamente.

-Se ha ido- Contesta serena.

-¿Cómo que se ha ido? ¿a dónde? Dijo que me esperaría.

-Pues se ha ido.

-¿Ha dejado algún recado?

-No... –recapacita rápido- bueno sí, que no le molesten.

-…ah... –Se queda desconcertada mirando el suelo, pero levanta rápido la cabeza de nuevo- Por cierto, ¿quién eres tú?

-Hm… su novia...

-¿Su novia?... no no, creo que nos estamos confundiendo, estamos hablando de él- A Julia se le queda muy mala cara.

-Sí sí, de él estamos hablando, chica, ¿te pasa algo? ¿te encuentras bien? ¿quieres sentarte...?

-No, gracias, me voy, me están esperando... –Rápidamente da media vuelta y se larga.

- …adiós...- La mujer, con la puerta casi cerrada, observa cómo se larga a paso nervioso la joven y guapa Julia, desconcertada.
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Él… se le oye desde el fondo del salón…
-¿Quién era cariño? ¿Otra vez los testigos de Jehová?
-Sí...- responde ella cerrando la puerta y dirigiéndose hacia la cocina. Mirando por la ventana, se sienta en la silla sosegadamente a continuar con su trabajo.

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